***
-Hija,hija.
-¿Qué? -pregunté entre gemidos.
-Levanta, que tenemos que irnos ya.
-¿Ya?
-Si.
-Voy.
Me levanté de la cama, me duché, me puse una camiseta de tirantes negra con un jersey por encima gris, unos vaqueros cortos, manoletinas negras, gafas Ray Ban negras, pendientes con forma de moustache negros y y una chaqueta vaquera.
Después bajé a desayunar. Había tortitas.
-¿Cómo es que has hecho tortitas? -pregunté mientras engullía aquel dulce manjar.
-Como te vas, quería que te quedaras con buen sabor de boca.
Después de desayunar subí a mi habitación, me lavé los dientes, me arreglé un poco y cogí las maletas e intenté bajarlas, pero caí rodando.
-¡Cielo! ¡¿Estás bien?! -exclamaba mi padre.
-Si,si -empecé a reír-. Ayúdame, que yo no puedo.
-Ya voy yo.
Bajó las maletas y las metió en el coche.
Cuando íbamos a meternos ya en el coche, llegó Andy corriendo.
-¡Sophie! ¡Sophie!
-Hola Andy.
-Hija, te espero dentro.
-Venía a darte esto, para que no te olvides de mi -dijo entregándome un precioso colgante.
-¿Qué? No, no puedo aceptarlo.
-Pues me enfado -dijo haciendo pucheros.
-¿Qué es? ¿Es una de esas típicas joyas que pasan de generación en generación? -dije bromeando.
-Más o menos -dijo riendo.
-Gracias, te amo -pero ¿qué estaba diciendo? al minuto me arrepentí, pensé que era demasiado pronto y que se asustaría
-Y yo -dijo rodeándome con sus brazos mientras me sumergía en un profundo y tierno beso que transmitía millones de sensaciones y sentimientos.
-Ejem.
-Ya voy papá. Adiós -dije entrando en el coche. Me hizo una seña.
En el camino al aeropuerto no hablamos mucho, sobretodo porque estaba pensando en cómo sería ir a España y, sinceramente, estaba un poco ilusionada.
***
Llegamos al aeropuerto en una hora o así y ya estaba cansada. Bajamos las maletas y entramos dentro, estaba nerviosa.
-Bueno, cielo. Que te lo pases muy bien... -dijo mi padre triste.
-Gracias papá, igualmente -dije abrazándole.
-Te echaré de menos -dijo dándome un beso en la frente.
-Y yo a ti, pero pasará muy rápido.
-Eso espero.
-Adiós papá...
-Adiós hija -dijo sonriendo.
Me alejé, miré por última vez a mi padre antes de embarcar y le hice una seña. Me la devolvió.
Subí al avión y me senté allí, la horas pasaban y pasaban y no había ningún entretenimiento , no había mucha gente en el vuelo. Había varios sitios vacíos, así que me cambié de asiento, ya que al lado mio había un hombre que no dejaba de dibujar planos en una hoja y volver a borrar, hasta el punto que me lleno el pantalón de goma. Miré por la ventana y la vista era preciosa.
Me puse a ver "el diario de Noa" es mi película favorita, siempre que podía la veía. La había visto tantas veces que ya me sabía hasta los diálogos.
Estaba en la parte de los patos en el lago, mi momento favorito de la película, cuando alguien se puso a mi lado y se puso a hablarme, pero al llevar los cascos solo oía un hilito de voz.
-¿Te estoy molestando? -preguntó el chico quitándome los cascos y sonriendo pícaramente.
-La verdad es que si -dije volviendo a ponerme los cascos y mirando a la pantallita de la televisión.
-Me encanta esta película -dijo quitándome un solo casco y hablándome al oído. Era un chico bastante guapo, presentable y parecía agradable.
-Pues que bien... -dije sonriendo falsamente.
-Venga hombre, que sólo quiero hablar contigo.
-¿Para qué?
-Este vuelo es bastante aburrido.
-En eso tienes un poco de razón.
-Me llamo Alan.
-Yo Sophie.
-Bueno querida Sophie ¿Que hacías tu en los Estados Unidos de América?
-Pues vivo allí desde hace ocho meses ¿y tú?
-He ido a visitar a mis tíos, que son de ahí.
-Ah ¿y de dónde eres?
-Soy de Madrid ¿y tú?
-No te lo voy a decir...
-¿Y eso?
-A ver si luego vas a ser una asesino o un perturbado que viene a secuestrarme...
-Tú ves mucho la tele ¿no?
-Un poco -dije riéndome.
Pasaron las horas, comimos, vimos varias películas y dormimos. Quedaba menos de dos horas para llegar a Madrid y tenerle como compañía era bastante gratificante. Alan tenía una vida muy curiosa, vive con sus abuelos en Madrid, ya que sus padres son fotógrafos bastante importantes y viajan por todo el mundo haciendo reportajes para Nationall Geographic entre otras compañías.
-¡Te he ganado! -grité al ganarle jugando al ajedrez-. Te dije que se me daba bien.
Alan se quedo mirándome sonriendo callado.
-Tienes unos ojos preciosos.
-Deberías buscarte otra frase para ligar -dije vacilando.
-Es que es cierto -dijo acariciándome el brazo.
-Como no me sueltes lo llevas claro -dije riendo.
-Vale -dijo levantando las manos y riendo.
-Buen chico.
-No soy de tu tipo ¿o qué?
-Es que tengo novio.
-Pero no tenemos que decírselo...
-Pero es que no quiero estar con nadie más que con él.
-Madre si que estás enamorada, porque yo muy feo no soy, la verdad...
-Pues si, y si eres feo -dije riendo, parecía un modelo que acaba de salir de una pasarela.
-Bueno cuéntame como es tu novio.
-¿En serio quieres saberlo?
-Claro, a si sé con quién tengo que competir.
Empecé a contarle toda mi vida desde que conocí a Andy, parecía interesado de verdad, hacía comentarios que me hacían reír.
Llegamos a Madrid y salimos al aeropuerto.
-Bueno Sophie, yo me voy.Me están esperando mis abuelos fuera.
-Vale Alan, me ha encantado conocerte.
-Igualmente -dijo dándome un beso en la mejilla -Ah y mucha suerte con Andy, a conseguido el premio gordo teniéndote a ti y si te hace daño, ya sabes, llámame que le parto la cara o llámame sin más si quieres hablar.
-Ya lo sé y no te preocupes, que te llamaré. Adiós.
Salí del aeropuerto y allí estaba mi madre y su novio.
-¡Hola hija! -dijo mientras se acercaba a mi corriendo para abrazarme.
-Hola mamá -dije sonriendo por fin.
-Hola Sophie -dijo su novio.
-Hola... -dije por cortesía.
-¿Qué tal el viaje? -me preguntó mi madre.
-Bien, largo...
-Me alegro y me alegro de que por fin estés aquí -dijo sonriendo.
-Y yo...
-Bueno, vamos al coche, que tenemos que hablar de muchas cosas.
-Cielo, déjala, estará cansada del viaje -dijo su novio.
-No,no. Estoy bien -dije sonriendo.
Estaba feliz de estar allí, pero todo eso ahora me recordaba demasiado a Carla. Tenía que superarlo, lo tenía claro. Mi madre empezó a preguntarme muchas cosas: sobre mis notas, mi vida, novios,etc. Me estaba haciendo muchísimas preguntas, pero yo, por educación, las respondía.
Estábamos hablando tranquilamente, cuando de repente vimos un coche que estaba invadiendo nuestro carril. Iba muy deprisa, el marido de mi madre intentó frenar y esquivarle, pero el coche de atrás nos golpeó y volcamos. Todo esto pasó muy rápido, no puedo dar más detalles.
Mi madre y su marido estaban inconscientes, o en el peor de los casos muertos. Estuve todo el rato despierta y pude ver todo lo que estaba ocurriendo. Tiempo después llegó la policía, la ambulancia y los bomberos.
-¡No respiran! -escuchaba.
Me sentía muy mal, había mucha sangre.
-No te duermas ¿vale? No te duermas, sé fuerte -me decía uno de los médicos, pero no pude resistirlo.
***
Me desperté en una habitación azul, en frente mía estaban mis padres.
-¿Mamá? ¡Estás viva! -dije alegre.
-¡John! ¡Se ha despertado! -exclamaba mi madre asombrada.
-¡Hola Sophie! -dijo mi padre-. ¿Qué tal?
-Iré a llamar a la doctora para decírselo -dijo mi madre.
-Bien, yo me quedo con ella -dijo mi padre.
-Papá ¿cómo es que has venido? ¿te ha dado tiempo? ¿cómo es que mamá está bien? No respiraban... lo he pasado tan mal...
-¿Qué? He venido porque has tenido un accidente y mamá está bien, está respirando.
-¿Te ha dado tiempo conseguir un billete de avión tan rápido? Te habrá costado una fortuna.
-¿Qué? Cielo ¿estás bien?
De repente llegaron mi madre y una enfermera que parecía simpática.
-Doctora, esta diciendo cosas que no entiendo, me está preocupando -escuché a mi padre hablando desde fuera de la habitación.
-Ahora voy, permanezcan aquí fuera, por favor -dijo la enfermera mientras pasaba a la habitación-. Hola Sophie.
-Hola.
-¿Qué tal estás? ¿Te duele algo?
-Estoy bien, un poco la cabeza.
-Si, es que has recibido un golpe muy fuerte.
-No, se está equivocando. Yo no me he dado con la cabeza, sólo la pierna.
-¿Qué? ¿Te duele la pierna?
-No.
-¿Cuántos años tienes?
-Quince, voy a cumplir dieciséis dentro de poco.
-¿Cómo te apellidas?
-Jones Gomez.
-¿Cómo se llaman tus padres?
-John y Ana.
-¿Sabes donde estás?
-Si, estoy en Madrid.
-¿Sabes lo que te ha pasado?
-Que mi madre, su novio y yo hemos sufrido un accidente de coche.
-¿Su novio? Querrás decir tu padre.
-No,no. Su novio. Mis padres están separados, señorita.
-Vale, gracias... -dijo mientras salía-. ¿Están separados?
-¿Qué? -preguntó mi padre.
-Dice que usted y su novio han sufrido un accidente...
-¿Qué? -preguntó mi padre.
-No, él es mi marido.
-Ya... ¿pueden venir conmigo un momento?
-Claro -afirmaron.
Estaba un poco preocupada por el novio de mi madre, porque no estaba ahí y no entendía por qué mi madre estaba bien, pero me alegraba. Lo que me molestaba es que dijese que su novio es su marido, ya que todavía no lo es, pero pasé por alto aquello.
-Cielo, nos vamos a casa.
Me vestí con la ropa que me trajeron.
-¿Y mis cosas?
-¿Qué cosas? -preguntó mi padre.
-Cielo... -dijo mi madre golpeando a mi padre.
-Ah, si, si. En casa...
-¿Quién las ha llevado? -pregunté confusa.
-Cielo, deja de hacer tantas preguntas, anda -dijo mi madre.
Salimos del hospital, subimos al coche y llegamos a casa rápidamente.
-Cómo lo echaba de menos... -dije suspirando-. Cuantos recuerdos.
Mis padres se miraron mutuamente, hasta que mi madre dijo:
-Eh, esto... pasa.
-¿Qué pasa mamá?
-Nada cielo, pasa.
Pasé dentro y todo estaba como cuando lo dejé. Allí había buenos y malos recuerdos a la vez...
-Cielo, vete a tu habitación a descansar.
-Vale, que tengo mucho sueño.
Fui a mi habitación y me tumbé en mi vieja cama, en la que pasé toda mi vida. Inmediatamente me dormí.
***
-Hola mamá.
-¿Ya te has despertado? Ven a desayunar.
Comenzamos a desayunar, esos croissants estaban de muerte.
-¿Papá ya se ha ido a California?
-¿Qué? No... está en la ducha... Cielo...
-¿Si? -dije mientras seguía engullendo.
-Tenemos que hablar...
-Vale mamá, ¿sobre qué? -pregunté sabiendo que iba a pedirme perdón otra vez.
-Pues...
-Oye ¿qué tal está tu novio?
-Cielo... has estado en coma todo esto tiempo ¿lo sabes?
-¿Si? ¿Cuánto tiempo?
-Mucho... y... bueno... ¿cómo decirte esto? -dijo suspirando-. Cuando estabas bajando las escaleras te caíste y te golpeaste la cabeza. Eso fue hace ocho meses aproximadamente y todo ese tiempo llevas en coma. Todo lo que tu crees que has vivido durante estos ocho meses ha sido fruto de tu imaginación, cielo.
-¿Qué? No mamá, no lo ha sido.
-Si, cielo... todo ha sido un sueño. Tu padre y yo no estamos separados y tu padre no ha ido a Estados Unidos desde que era pequeño.
-Pero... ¿y Justin, Ayleen, Andy, Tiffany, Sylvie...? ¿Dónde están todos ellos?
-¿Quiénes? En alguna parte de tu mente...
-¿Y los abuelos?
-¿Qué abuelos? Los abuelos están aquí, en Madrid.
-Digo los de parte de papá.
-Cielo, tu padre es huérfano ¿no lo recuerdas?
No me lo podía creer, tenía razón. Empezaba a recordarlo todo.
-¿Y Carla? -pregunté sabiendo que la respuesta iba a ser negativa.
-Cielo, Carla vino a verte muchas veces, pasaba noches enteras contigo. Estará en su casa.
-¿Está viva? -pregunté asombrada.
-Si...
-Pero... mi móvil. Le mandé un mensaje a Leen y a Justin antes de irme. Tienen que seguir ahí.
Fui a por el móvil y miré los mensajes enviados. No había ni rastro de aquellos mensajes. Todo empezaba a cobrar sentido. Fui a mi habitación y lloré y lloré. Estuve todo el día encerrada intentando asimilarlo. Amaba a Andy, pero él no existe. Ese pensamiento rondaba mi cabeza una y otra vez. Estaba segura de haber vivido todo eso, de haberlo sentido en primera persona. Sobretodo los sentimientos. Me parecía irreal todo eso y decidí aislarme.
Pronto llegó la noche y me quedé dormida entre pañuelos y lágrimas.
***
Los rayos de sol inciden en mi habitación a través de mi persiana. El ruido de la alarma me despertó: Me había pasado llorando toda la noche y gracias a eso hoy lucía unas grandes ojeras. Nada volvería a ser lo mismo, pensaba que era una pesadilla, pero cuando me desperté me dí cuenta que la pesadilla se hizo realidad.
Bajé abajo. Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Echaba de menos todo aquello, echaba de menos estar en coma: la risa incontrolable de Ayleen, los hoyuelos que se le formaban a Justin cuando sonreía y los ojos azules de Andy... Andy, cómo le echaba de menos... Sabía que era un sueño y todo empezaba a cobrar sentido, no podía existir un chico tan perfecto como él, un sitio tan perfecto como mi hogar, para mi no fue un simple sueño, fue mi vida.
-Cariño ¿qué tal estás? -preguntó mi madre abrazándome cuando entré en la cocina. No contesté, estaba mal, me daba igual todo-. ¿Qué te parece si vas a ver a Carla? Está deseándolo.
-Vale.
-Pero antes desayuna.
-No tengo hambre -dije con la voz entrecortada.
Subí a mi cuarto y me vestí. Me puse lo primero que encontré. Me apetecía ver a Carla, verla viva, pero hubiera preferido que mi sueño hubiera sido realidad, ya sé que es horrible lo que he dicho, pero en ese momento no podía pensar en otra cosa.
Salí por la puerta esquivando a mi madre, ya que me iba a decir que cómo llevaba esas pintas. Ese era el problema de que fuera diseñadora, lo quería todo siempre perfecto y si me hubiera mirado en un espejo antes de salir hubiera visto que parecía que me acababa de despertar; llevaba un moño mal hecho, unos pantalones cortos, una camiseta un poco ancha de tirantes, unos botines y me acababa de poner una chaqueta que me quedaba bastante ancha, la elegí porque era la chaqueta con la que supuestamente me estrellé con el coche en mi sueño, pero sentía que la tenía que llevar puesta y hacía un poco de frío.
Fui hacia la casa de Carla, estaba a diez minutos de la mía aproximadamente, en los que no pude dejar de pensar en los paseos con Justin.
Cuando estaba apunto de llegar, oí una voz.
-Sophie, dios. Menos mal que te has despertado -dijo Carla abrazándome mientras lloraba.
-Si, menos mal... -dije devolviéndola el abrazo.
-Te echado muchísimo de menos.
-Y yo -dije sonriendo levemente.
-¿Quieres que demos un paseo y te cuento las últimas cosas que han pasado?
-Vale... -dije poco animada.
Llevábamos andando quince minutos, de los cuales Carla no dejaba de hablar ni un momento, yo solo asentía cuando me miraba, no la estaba haciendo mucho caso y ahora mismo las cosas de la gente del instituto solo me hacían pensar en que tenía que volver dentro de poco a esa pesadilla y que nunca volveré al instituto de allí.
De repente alguien me cogió del brazo.
-Perdona, se te ha caído esto -dijo Raul-. ¿Sophie? -dijo sorprendido al comprobar que era yo-. ¿Qué tal estás? Se te ha echado mucho de menos.
-Hola Raul, bien, mejor... -dije un poco nerviosa recordando los momentos en los que aparecía Raul en mi sueño.
-¿Vas a volver a clase?
-Si, supongo...
-Me alegro -dijo sonriendo. No era una sonrisa fea, era bastante adorable, pero no se parecía nada a la de Andy o Justin.
-Raul nos vamos que tenemos que hablar de muchas cosas -dijo Carla al comprobar que yo estaba incómoda.
-Adiós -dije dándome la vuelta y echando a andar.
-Vale, adiós chicas... ¡Espera! Sophie, toma, que al final me lo quedo yo -dijo riendo y entregándome lo que se me había caído-. Está chulo.
-Es... -me estaban temblando las manos, no podía ser.
-Sophie ¿Te pasa algo? -preguntó Carla.
-No, está todo bien -dije sonriendo mientras por mis ojos caían hileras de lágrimas.-Muchas gracias Raul -dije abrazándolo.
-No me las des -dijo devolviéndome el abrazo-. Me tengo que ir, que mi madre me espera.
-Vale -dije llorando una vez más.
-Has abrazado a Raul... cómo te ha cambiado el coma. Sophie Jones abrazando a Raul, increíble -dijo riendo-. ¿Es nuevo?
-Si -dije mientras no dejaba de mirar el collar. Ese collar lo era todo. No fue un sueño y ese collar lo demostraba. Se me ha caído del bolsillo de la chaqueta que llevé el día del viaje. Ese collar demostraba que todo lo que he vivido ha sido real.
Lo estuve mirando durante un largo tiempo y vi que había algo inscrito:
P.D: Te necesito...